Un poco sobre mi
Conozcámonos
Hola! Quiero darte la bienvenida a mi blog, un sitio en donde comparto tanto contenidos personales, inquietudes, aficiones... como contenidos meramente profesionales. Esta página pretende ser un lugar de encuentro y repositorio de información del trabajo que llevo realizando por muchos años. Espero que lo disfrutes tanto como yo al realizarlo. Gracias!
Dicen que siempre he sido de los que no dejan pasar un dato sin comprobarlo. Muy exigente conmigo mismo, que reviso, contrasto y vuelvo a revisar antes de dar nada por sentado. Yo lo llamo curiosidad meticulosa; otros lo llaman obsesión por el detalle. Sea como sea, parece que esa manía me ha acompañado desde que tengo memoria, y quizá explique por qué mi camino profesional y personal ha terminado cruzando tantos territorios distintos.
La historia laboral arranca en 1994, después de pegarle duro a los estudios informáticos y de telecos. Fue entonces cuando empecé a tensar la cuerda, después de mis inicios en Barcelona en aquello de la logística robotizada, de la tecnología con Civicos y NCS Software. Eran años en que la digitalización era todavía un concepto borroso, y más de uno pensaba que aquello era terreno para soñadores. Yo lo vivía como un desafío: traer orden, evolución y visión empresarial a un mundo que estaba cambiando más rápido de lo que muchos querían ver. Con el tiempo, esa apuesta se consolidó. Algunos clientes de asesorías llevan conmigo más de 32 años, y cuando hablan de esa relación lo hacen en términos sencillos: confianza, familia, continuidad... es toda una vida, la certeza de que hemos construido un ecosistema laboral donde la fidelidad no es palabra hueca, sino práctica cotidiana.
Pocos recuerdan que, en los años 2000, me desvié hacia un terreno inesperado: la seguridad privada en Jandei. Fue un spinoff profesional, como lo llaman ahora. Para mí, un aprendizaje intenso. Ahí descubrí el valor de la disciplina, de la gestión de personas y de la organización en un sector duro, donde los errores no se perdonan fácilmente, y con el peso de mi primera dirección "para otros". Y aunque no era un camino que pensaba recorrer mucho tiempo, lo cierto es que dejó una huella profunda que todavía hoy aflora en mi forma de trabajar de forma muy positiva y que aún hoy aplico.
En el ámbito sanitario, mi papel nunca ha sido llevar bata, sino cables, servidores y comunicación corporativa. Me muevo entre clínicas ofreciendo soporte tecnológico y diseñando estrategias de comunicación que las ayuden a crecer y a conectar con sus pacientes. Algunos me llaman traductor, porque convierto el lenguaje críptico de la informática en soluciones prácticas para la vida diaria de un centro médico. Otros dicen que soy un puente entre lo técnico y lo humano, alguien que logra que los avances digitales convivan con la calidez del trato profesional.
La radio fue otra escuela, un amor a primera vista, un vicio adorable que me llenaba profundamente. En Canarias muchos aún recuerdan “Hablemos de Tecnología”, un programa que se convirtió en referente porque acercó la tecnología al gran público. Después vinieron “Estamos Bien”, dedicado a medicina y terapias, y el magazine matinal “Unidades Libres”. La radio me enseñó a comunicar sin artificio, a escuchar y a sintetizar. A bajar la complejidad a un lenguaje humano, y a hacerlo en directo, sin margen para el error.
Hubo también una etapa menos luminosa en mi carrera (todos en algún momento tenemos una fase asi formando parte de nuestra historia), cuando trabajé en una consultora ajena, llevado por la necesidad de una crisis que azotó duramente (todos la recordamos). Mientras sostenia mi empresa durante tres años que, vistos desde hoy, fueron una auténtica prueba de fuego y reto personal. Allí reinaban la rivalidad, el temor y los celos disfrazados de compañerismo. Era un ecosistema extraño, una especie de universidad en negativo: lo que aprendí no fue lo que quería repetir, sino lo que nunca debía permitirse en mi propio proyecto, a pesar de llevar tres direcciones simultáneamente, tocar techo fue relativamente fácil.
Fue un tiempo duro, sí, pero también un filtro vital. Me obligó a reconocer con claridad las carencias de aquel modelo y, sobre todo, a entender lo que los clientes realmente buscaban y no encontraban. Esa experiencia me ayudó a anticipar, años más tarde, la dirección que debía tomar para construir algo distinto: confianza, familiaridad y ecosistema.
Hoy lo miro sin rencor, de hecho lo bendigo como parte del camino, con autocrítica y objetividad, como un recordatorio de que a veces los escenarios más ásperos son los que terminan templando la visión y la voluntad. Aquella fue, sin duda, la lección que marcó con precisión lo que no quería para mi empresa y, al mismo tiempo, me dio la certeza de lo que sí quería construir. Son ya tres décadas aqui edificando, por algo será.
Esta historia se completa en lo social, no puedo vivir sin formar parte de mi entorno. Es una obligación para mi aportar de mi profesión algo a la sociedad de forma desinteresada. En la Asociación LGTBI+ Lánzate me ven como activista y comunicador. En el reflote de COGAL, como parte de quienes creen en la memoria y el respeto como fundamentos de un futuro común. En la Fundación de los Derechos Humanos, donde llevé comunicación, me recuerdan por dar voz a causas urgentes. En Mercy Ships, como vocal, lo que destaca es la implicación en proyectos globales. En la Asociación de Empresarios de La Gomera en proyectos apasionantes de integración industrial, y en la guía para la fundación de Samic, se me reconoce la capacidad de unir mundos dispares: tecnología, gestión y compromiso social.
Mi gran amiga Caroline Schneider, gran constructora de equipos de trabajo a nivel global, criminóloga y reconocida profesional en grandes corporaciones lo resumió con precisión: “Ya desde chico tenía una clara vocación curiosa y visionaria de todo lo que le rodea; inquieto por naturaleza, empieza a descubrir un mundo que en gran parte le atormenta y en otra gran parte le fascina”.
Y es cierto. De un origen que algunos llaman incierto, lo que siempre he tenido es carácter emprendedor, con una vocación clara de cuidar a quienes forman parte de mi entorno. Prefiero un criterio propio e independiente, pero nunca intimidar. Me definen como hogareño, comprensivo, entregado. Yo sé que soy tranquilo en apariencia, pero con un fuego pasional por dentro.
En lo empresarial, esa mezcla se traduce en una manera de trabajar particular. No soy de los que buscan victorias rápidas; prefiero construir ecosistemas. Me gusta generar confianza y continuidad, crear equipos donde la fidelidad y la lealtad se conviertan en activos invisibles pero reales. Soy crítico con lo que no funciona, pero busco soluciones que sumen, no que dividan creando tormentos. La experiencia laboral ha de ser parte de la persona en donde uno se sienta feliz. Me interesa tanto la eficiencia técnica como la salud de los vínculos humanos, porque aprendí que ningún proyecto prospera si la gente que lo sostiene no se siente parte de él.
He aprendido que la vida solo se vive una vez. Por eso intento querer, amar y entregar amistad sin reservas, siempre que al otro lado exista la misma disposición. Creo en valores que pueden sonar antiguos, pero que siguen siendo vigentes: sinceridad, honestidad, fidelidad a uno mismo. Y, sobre todo, valoro lo único que de verdad es mío: el tiempo que dedico a los que más quiero.
Lo demás son pasiones que me equilibran. Me gusta viajar, perderme en lugares inesperados, subirme a un avión sin un destino demasiado pensado. Disfruto de una buena película —el cine sigue siendo mi refugio—, de la música que llena silencios y de las conversaciones que se prolongan hasta perder la noción de la hora. Un día puedo estar en una reunión social, y al siguiente caminando por el monte o contemplando cómo el mar pone orden a mi carácter de fuego. Lo que más me gusta, al final, es escuchar y compartir: el pulso de lo cotidiano que da sentido a todo lo demás.
Así, entre servidores, clínicas, asociaciones, pymes, profesionales, estudios de radio, viajes y amigos, se ha ido escribiendo mi historia. Para unos soy tecnólogo. Para otros, comunicador. Para otros, activista. Yo prefiero pensar que, más allá de esas etiquetas, lo que busco siempre es lo mismo: rigor para sostener, visión para crecer y humanidad para perdurar. Quizás ese amigo al que llamar a las 3 de la mañana porque necesitas un buen consejo.
Permíteme terminar con una gran cita... "Es hermoso amar aquello que duerme"

Santy Abreu
Sigueme




